Uno de los conflictos característicos de estos tiempos es la dificultad para establecer y poder mantener relaciones humanas duraderas.
La pandemia por COVID-19, y los efectos provocados por el aislamiento social, agudizaron un estado de situación que ya se venía presentando, cuya característica principal son los vínculos lábiles, donde la dificultad para el encuentro real entre dos personas se hace presente.
Se producen grandes diferencias entre el anhelo previo, idealizado, de cómo debería ser el encuentro con la otra persona y lo que ocurre en la realidad. Esto redunda en planteos de vínculos que distan mucho uno del otro, caracterizados por ideas románticas muy diferentes.
Así es como se producen des-encuentros que generan frustración y el sentir que no es suficiente lo que se tiene para compartir. Este estado de situación, puede dar lugar a sensaciones de angustia y de sentir que no alcanza lo que tenemos para ofrecer, que hay alguien más que sí cumple con las expectativas de la otra persona y que “falta algo para convertirme en ese/a que anhelo”.
¿Cómo ayuda la terapia en estos casos?
El acompañamiento del terapeuta (y sobre todo sus intervenciones) sirven a los fines de encontrar y potenciar las cualidades socio-vinculares de cada quien. La terapia psicoanalítica irá en la línea de valorizar el capital que todas las personas tenemos y que, por momentos, se desdibuja entre tanto mandato estético.
Para conectar con el entorno, primero hay que lograr hacerlo con uno mismo, identificando las cosas agradables y hasta seductoras, revalorizando aquello que se creía perdido, poniendo el foco en el haber y no en el debe.
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